miércoles, 13 de abril de 2011

La Guinda

El adorno. El toque final. El detalle que faltaba. Lo último en las prioridades. Así parece ser la tendencia sobre la gestión nacional de la cultura, con algunas excepciones por fortuna. Ello indica que tras muchas luchas y avances obtenidos en el transcurso de los tiempos por actores culturales, léase gestores, talentos, docentes, entre otros, aún permanece, en mi opinión, esa visión de que la cultura es algo trivial, superficial, sin carácter sustantivo en la sociedad.

Esta noción absurda, a mi modo de ver, es un mal cultural en sí mismo.  Este ámbito no sólo es sustantivo sino transversal, y no ha de ser un aspecto accesorio o suplementario, por el contrario,  ha de destacarse por un lugar relevante en la sociedad. En este contexto, debe abordarse como una inversión, no un gasto, que coadyuva al progreso individual y colectivo. 

En Venezuela, durante la última década en especial, se pueden observar casos particulares que han logrado un avance destacado, como por ejemplo las orquestas juveniles e infantiles de la Fundación de Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV). Además, sumaría las diversas iniciativas de actores culturales que impulsan actividades con éxito en varias disciplinas. Sin embargo, considero que ha predominado un sistemático esfuerzo de destrucción institucional desde el sector público nacional, aunado  a la escasa construcción de infraestructura, la debilidad presupuestaria y una gran dosis de sectarismo “ideológico” que divide y resta fuerzas en el desarrollo pleno de la sociedad.

Ana María Pigna Trujillo
Caracas, 12 de abril de 2011

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