Vale una mención destacada a la cultura, toda vez que dediqué buena parte de mis esfuerzos a este sector en el contexto de la política exterior. Viví grandes e importantes momentos de gestión cultural en la Cancillería. Sin embargo, hoy día este transversal aspecto se ha visto, en lo institucional, tristemente disminuido. Deseo que esta postura sea un episodio pasajero y se tomen decisiones acertadas en aras de convertir la cultura en una herramienta fundamental de las relaciones internacionales.
Me siento afortunada, asimismo, porque durante estos años, salvo en algunos momentos atribulados, trabajé directa e indirectamente con personas especiales – obreros, administrativos, diplomáticos y empleados locales -. Resalto significativamente dos personas que no se encuentran entre nosotros, y quienes cuentan con mi eterno recuerdo: Teresa Aponte Castro y Germán Nava Carrillo.
Agradezco infinitamente a Dios; ha sido un privilegio, y un aprendizaje.